Acabo de ver un programa de la Sexta en el que el paro ejercía de motivo y causa de los intentos vanos del presentador por encontrar sentido a una de las lacras que más cargan nuestro entorno. Si me están leyendo en esta página es que, más que probablemente, conocerán en sus carnes la desazón de la que les hablo.
Las víctimas de esta enfermedad aparentemente incurable denominada “desempleo” (algunos de los damnificados prefieren este término tal y cómo han explicado en el espacio televisivo) hablaban con pasión de sus “dolores”. Los sufren y manejan sus emociones desde lo profundo de sus entrañas. No ven una salida eficaz en especial si su edad supera los 50 años. Y viendo a ciertos intervinientes del programa no parece que la solución la tenga nadie. La orientadora del INEM carecía de garra vendiendo una moto en la que no parecía creer, aunque respiraba cuando un educado y rendido parado de 8 años de antigüedad alababa su trabajo. Una pena, si ni ella confía en los elementos que maneja y ante la reducción de empleos en su propio negociado sólo alcanzaba a levantar los hombros. No sé cómo aconseja a los demás, pero cómo todo lo haga igual tiene difícil hasta orientarse a ella misma… con el futuro oscuro que se dibuja en su sector. Si esto es lo que se encuentran los desempleados de este país cuando plantean una solución a sus penas, vamos buenos.
Pero para patéticas, las dos políticas que se enzarzan en un diálogo de sordos sin admitir sus deficiencias. Así sí que no se arregla nada. Hablan con un parado por teléfono y si no les va a dar su voto, el caballero no les interesa. A una, cuando le proponen una hipotética reducción de parlamentarios e inherente reducción de sueldo se le cae la laca al suelo (y llevaba, llevaba laca. A raudales) sólo de pensar que tendrá que reducir su personal doméstico, que seguro que lo tiene. Pero al señor que ha expuesto su problema, que le den: la reforma laboral del gobierno es buenísima aunque incremente las ya depauperadas listas del paro. Estoy por ver a un gobierno bueno en este país, con capacidad de dejar de mirarse el ombligo y enfrentarse a la vida en la calle. Quizá demasiada gente en las aceras les impida ver el bosque. Pero bosque hay, y para rato.
En definitiva, me he quedado con un “come-come” que no hay quien me lo quite porque en este del paro hay dos bandos claros: los oprimidos por la falta de trabajo o la futura posibilidad de integrarse en él y los que se supone que tienen las riendas del asunto y están más perdidos que Falete en NaturHouse. La evidencia es dura: una oficina de desempleo de una ciudad grande de un servicio regional de empleo apenas ha movido menos de 40 puestos de trabajo en una semana y las dos señoronas inmersas en la batalla por encontrar el fin al asunto no ganan para peluquería. Vamos, p’a morirse. Si el tema me parecía grave cuando ha empezado el programa, terminado el mismo me parece que agoniza entre curanderos de quinta. Con reparar en el detalle de que el director de esta web ha denunciado que aún se siguen dando cursos para preparar al personal en el mundo de la albañilería…Si fuera un chiste, me reiría. Pero tantos millones de afectados, que se levantan de la cama diariamente para ver cómo nadie repara sus goteras laborales le quitan gracia al detalle. Espero que alguien ponga en su sitio a algunas de las personas que han aparecido en la tele con motivo del planteamiento de Évole. Porque hay que tener mucha cara y escasa vergüenza para ponerse delante de una cámara con ciertas actitudes que llevan al chillido o al levantamiento de hombros. Pero soluciones, ninguna. “Pio, pio que yo no he sido”.
P.D: Si no visteis el programa, lo podéis ver aquí.
María Díaz Periodista www.mariadiaz.eu
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