Me encontré el cartel el otro día en Pastrana, maravilloso pueblo de Guadalajara. Lucía detrás de la barra de un bar de la calle principal del pueblo. Era grande y claro: «No se admiten billetes de 200 y 500 euros para pagar la consumición». Imagino que se me pasaron las mismas cosas por la cabeza que a ustedes en estos momentos. A saber:
a) imagino que será en un intento de «metérsela doblada» al hostelero que no dispondrá de una máquina que le confirme que el billete es de curso legal…
b) ¿pero la gente paga con billetes de este pelaje un par de vinos o un café? En este país vamos «sobraos» y lo que nos gusta es llorar.
c) ¿les habrá funcionado alguna vez? Es decir, ¿se habrán encontrado en algún momento con un hostelero preparado para dar en cambios tal cantidad de euros?
d) ¡Será una broma! Harta como estoy de cruzarme por los bares de España con azulejos y carteles con lemas varios. Algunos, verdaderamente acertados, como ese que viene a decir «Qué buen día hace. Ya verás como pronto llega alguien para j………».
No pude por menos que preguntar a la graciosa camarera que nos atendía. A ella y, sobre todo, a su jefe, también les sonaba a intento de estafa y, además, no están preparados para dar ese nivel de vueltas en un pago. A mí, me seguía pareciendo una «sobradez» (no sé si el término existe, pero a mí me gusta mucho inventar «palabros») sacar un billete de 200 euros para abonar un chato, un clarete, tres cañas y una de ensaladilla,….lo que quieran. Vamos, yo no llevo un billete de esos encima básicamente por dos cosas: porque no tengo tanto dinero junto y porque iría «cagada» por las esquinas pensando que llevo cara de que, por una vez en la vida, tengo algo de dinero encima…
Es más, me pregunté, ¿esos billetes de los que hablan en el cartel se moverán mucho por la vida cotidiana del español medio? Y, mira por dónde, como si me leyera el pensamiento, llega el señor De Guindos a responder a mi pregunta y resolver mi duda. Lo planteó Rubalcaba y parece que van a llevarlo a cabo: retiran ese material «radiactivo» y peligroso del mercado con la absoluta intención de evitar el fraude fiscal y combatir la pobreza. A este último concepto aún le estoy dando vueltas…Pero mejor lo dejo para otro día.
Pero para rematar el asunto, afirma en un entrevista, Luis de Guindos digo, que él, él mismo, no ha visto nunca en la vida un billete de 500 euros. ¡P’a comérselo!. Mira que a mí este señor nunca me ha caído mal a pesar de estar metido en aquello de Lehman Brothers pero ese día me lo hubiera comido a besos. Le sentí mortal, de a pie, vecino, próximo. ¡Él tampoco había visto de cerca un billete de 5000 euros!. ¡Por dios! Luego decimos que nuestros políticos no pisan tierra, que aparcan en Marte, que no se enteran, pero…¡qué va!. Son como nosotros.
Y entonces, me vuelvo a hacer otra pregunta: ¿no será que este señor retira estos billetes amargado de no haber visto nunca uno de esos más allá del cine? A ver si esto es por despecho y no por utilidad (insisto, la fiscal, la entiendo). Sea como fuere, doy la medida por buena mientras lamento no haber estado nunca a la altura de haber recibido una de esos bonitos papeles, creo que verdes, que se ve que han circulado por la vida nacional. Y estoy segura de que han circulado porque, como les digo, hace poco, encontré en un bar de Castilla-La Mancha un bonito cartel en el que avisaban de que no admitían ese tipo de billetes como pago. ¡Ay! Todo resuelto. Y en un periquete.
María Díaz
Periodista
www.mariadiaz.eu