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La aristocracia también llora

No puedo evadirme a la realidad por más que quisiera. Ni que vengan las navidades, ni Papa Noel ni los requeridos Reyes Magos. Hay lo que hay y esconderse es tontería. Luego está lo que cada uno elige como imagen para mantener en la retina…y yo tengo las mías.Esta semana, basicamente, dos.


Por un lado, ese retrato del Conde de Salvaltierra con el alcalde de Marinaleda. La más rancia aristocracia compartiendo mesa con el rojerío más establecido. Es lo que tiene la democracia y, a qué negarlo, un tipo como Évole que sabe crear el clima que convierte en confiado al entrevistado. Luego,pasa lo que pasa. Volviendo a la famosa foto, si Goya viviera hubiera tenido que retratarlo. Por cierto, y al hilo de todo esto, hay que ver cuánto más moderna es la madre que el hijo. A ver si aprendemos, que la una no sabrá elegir marido, pero el otro abre la poca y sube el pan.Vamos, que por no saber,no sabía ni lo que era el PER. P’a morirse a estas alturas de la película.


Por otro, no puedo escaparme al mensaje del rey con todas sus consecuencias. Valga decir que me aposté el bigote – que lo tengo- a que Don Juan Carlos no nombraba al yerno pero enviaba mensajes subliminales sobre el asunto. Y me voy a ahorrar el afeitado. Era su oportunidad. Y si ha sabido aprovechar otras ocasiones, esta no iba a echarla en vacío.

Una vez que parece claro que los papeles están repartidos y que del apoyo familiar via Washington se encarga la madre y que torear la península es cosa del padre, para mí, a mi modesto entender,las cartas estaban echadas. Que no se queje Letizia-desde que la conocí no puedo llamarle de otra manera- que su cuñada no habrá elegido bien marido porque ella es un error en sí misma. Ya hay quien aventura un divorcio obligado en la familia. La infanta nada tiene que perder en cuanto a su línea de sucesión,pero el buen nombre es el buen nombre y 4 hijos obligan aunque no quieras.  E insisto en que no se lamente la tal Letizia porque mientras yo aún tengo por mandar mi carta a los reyes,ella los tiene en casa. Aunque les mire por encima del hombro. Y aquí si que no hace falta que vuelvan por navidad. Bastante es que no tengan que marcharse. Porque el sucesor, es buena diana del pim pam pum. Y a eso,a los españoles,no has gustado jugar fuerte y desde siempre…


María Díaz
Periodista
www.mariadiaz.eu

No puedo evadirme a la realidad por más que quisiera. Ni que vengan las navidades, ni Papa Noel ni los requeridos reyes magos. Hay lo que hay y esconderse es tontería. Luego está lo que cada uno elige como imagen para mantener en la retina…y yo tengo las mías.Esta semana, basicamente, dos.

Por un lado, ese retrato del Conde de Salvaltierra con el alcalde de Marinalena. La más rancia aristocracia compartiendo mesa con el rojerío más establecido. Es lo que tiene la democracia y, a qué negarlo, un tipo como Évole que sabe crear el clima que convierte en confiado al entrevistado. Luego,pasa lo que pasa. Volviendo a la famosa foto, si Goya viviera hubiera tenido que retratarlo. Por cierto, y al hilo de todo esto, hay que ver cuánto más moderna es la madre que el hijo. A ver si aprendemos, que la una no sabrá elegir marido, pero el otro abre la poca y sube el pan.Vamos, que por no saber,no sabía ni lo que era el PER. P’a morirse a estas alturas de la película.

Por otro, no puedo escaparme al mensaje del rey con todas sus consecuencias.Valga decir que me aposté el bigote – que lo tengo- a que Don Juan Carlos no nombraba al yerno pero enviaba mensajes subliminales sobre el asunto. Y me voy a ahorrar el afeitado. Era su oportunidad. Y si ha sabido aprovechar otras ocasiones, esta no iba a echarla en vacío. Una vez que parece claro que los papeles están repartidos y que del apoyo familiar via Washington se encarga la madre y que torear la península es cosa del padre, para mí, a mi modesto entender,las cartas estaban echadas. Que no se queje Letizia-desde que la conocí no puedo llamarle de otra manera- que su cuñada no habrá elegido bien marido porque ella es un error en sí misma. Ya hay quien aventura un divorcio obligado en la familia. La infanta nada tiene que perder en cuanto a su línea de sucesión,pero el buen nombre es el buen nombre y 4 hijos obligan aunque no quieras. E insisto en que no se lamente la tal Letizia porque mientras yo aún tengo por mandar mi carta a los reyes,ella los tiene en casa. Aunque les mire por encima del hombro. Y aquí si que no hace falta que vuelvan por navidad. Bastante es que no tengan que marcharse. Porque el sucesor, es buena diana al pim pam pum. Y a eso,a los españoles,no has gustado jugar fuerte y desde siempre…

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