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La tormenta electoral

Algunos pensaban que Podemos, ese partido que encabezaba el profesor universitario, Pablo Iglesias, tendría un papel testimonial. Daban por sentado que obtendría uno o dos escaños en Estrasburgo como pequeño síntoma del malestar social que ha provocado la crisis y las medidas adoptadas en los últimos años por el gobierno supuestamente para luchar contra ella. Esos mismos recordaban fenómenos, como el de Ruiz Mateos que también logró un buen resultado en esos mismos comicios hace ya algunos años.

Sin embargo, la irrupción de esta nueva formación política ha sorprendido por sus resultados. Cinco europarlamentarios y lo que es peor para el bipartidismo, ese millón doscientos cincuenta mil electores son las cifras que han puesto nerviosos a nuestros gobernantes y al resto de fuerzas que han formado el establishment de esta democracia, nacida en 1.978.

He leído desde el domingo acusaciones como que Pablo Iglesias estaba muy próximo en su programa electoral al de la extrema derecha francesa, o era el representante del gobierno venezolano en España como adalid de la llamada revolución bolivariana. Hemos asistido a polémicas, como que Podemos era un partido marxista que nos conduciría a la absoluta pobreza. Y ya de forma más patosa se ha reprochado a Iglesias que alardee de comprar su ropa en Alcampo o que lleve un Iphone.

En el análisis que han hecho dirigentes del PP y del PSOE, se alude a la presencia de este líder en alguna de las tertulias políticas más populares en televisión. Y olvidan que otros pequeños partidos, como el del juez Silva, Vox y Ciudadanos, han contado con esa ventana abierta a los votantes sin haber logrado esos resultados.

En mis artículos semanales, ya he advertido a populares y socialistas que los partidos debían asumir el discurso de la pobreza en este país. De lo contrario, ya comenté que alguien vendría a arropar a los sectores que lo están pasando peor en el país y se llevaría el gato al agua en las urnas.

Por eso, lo importante no es la ideología de ese nuevo partido que ha surgido el 25M, ni siquiera la presencia de Pablo Iglesias en los medios o si viste de mercadillo. Lo relevante es que hay sectores de nuestra sociedad que están desencantados con las respuestas que han obtenido de los dos grandes partidos para resolver sus problemas.

Esta misma semana, la organización Intermón Oxfam hizo público un informe en el que subrayaba las diferencias entre lo que pagamos en impuestos los ciudadanos normales y corrientes frente a las grandes empresas. En un brillante spot publicitario, denunciaban la utilización de paraísos fiscales por parte de las grandes compañías.

Esa desigualdad de trato que cuestiona el famoso eslogan de “Hacienda somos todos”, enfada aún más cuando sabemos que en nuestro país, hay miles de niños que no pueden completar tres comidas diarias, cuyos padres deben rellenar con agua el vaso de leche tan necesario a esas edades. Y enfada mucho más cuando miles de familias se han visto despojadas de sus viviendas.

Poner el énfasis en esta situación es considerado populista por el bipartidismo. Yo creo que es ser consciente de la realidad. Es verdad que los datos macroeconómicos están mejor que hace uno o dos años pero la salida de la crisis debe ser para todos. Y de una vez por todas, hay que arbitrar medidas de lucha contra la pobreza, contra la exclusión social y para incorporar a los parados de larga duración al mercado laboral.

En mi opinión, en todo eso está la clave. Y no tanto en si hay primarias abiertas o dedazos.

 

Javier Peña
Portalparados.es

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