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Cuando seas padre, comerás huevo

Eso me decían en casa, años ha, con el fin de hacerme ver cuándo empezarían mis derechos en este difícil proceso de la vida. Por de pronto, y por el hecho de ser mujer, nunca. O eso suponían en aquel momento, lejos de imaginar que los derechos humanos apostarían por las familias monoparentales u homosexuales y ganarían la partida.


Crecí con esa idea, la de los nulos derechos femeninos. Ni siquiera podíamos poner el primer apellido a nuestros hijos, aun sabiendo que la madre es segura y el padre, probable. Lo reconozco: me he ido reconciliando con los tiempos. Se que el mundo no me mirará mal si a estas alturas de la película decido tener un hijo en soledad. Es más, que muchos hasta me envidiarán por no tener que complicarme la vida con un varón “ad eternum “ para lograr ser madre. Que estén todos tranquilos, yo no he sentido esa llamada de la maternidad. Otro topicazo que me he “cargado” a lo largo de mi vida ( y van…), porque me resisto a creer que las mujeres sólo nos realizamos cuando traemos un hijo al mundo. Es más, estoy peleada con la naturaleza, que permite ser progenitor a cualquiera…Se me hinchan los ojos de llorar cuando los medios de comunicación de hablan de un niño maltratado, abandonado, condenado a trabajar, malnutrido. ¿Qué estamos haciendo que no somos capaces de defender a los más desprotegidos, que no sabemos cómo quererlos?. En “Slumdog millonaire” , un rapaz acertaba todas las preguntas del concurso que nosotros conocemos como “50 por 15” por el mero hecho de haber llevado una vida de mierda. Pero eso es cine, una ilusión.


También están los padres solos. O los separados. Esos también se han dejado sus derechos en el camino. Cuando las mujeres empezamos a reivindicar los nuestros no era para que otros se quedaran sin ellos. Pero el equilibrio lleva su tiempo…y la justicia hace buen uso de ello. El otro día se me estremecieron las carnes cuando un amigo me comentó que habían quitado la custodia a un padre porque estaba en el paro. ¡Alucinante! ¡La pérdida de un derecho arrastra la pérdida de otro!. Lo que faltaba. Del cariño, no se hablaba. Ni del tiempo del que, por gracia o por desgracia, dispone el progenitor. ¿Qué hacemos? ¿nos encargamos de que los hijos de los parados pierdan contacto con ellos como si de seres peligrosos se tratase o intentamos poner seso a tanto desatino?.


Pensemos que el mundo avanza. Otro juez ha admitido que un hombre pueda organizar su horario de trabajo en función de las necesidades de su hijo. ¡Bien! La conciliación es eso, y debe afectar por igual a hombres y mujeres. Quizá así, haya más posibilidades de encontrar un trabajo. Que falta nos hace.


María Díaz
Periodista
www.mariadiaz.eu

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