He decidido no hablarles de las noticias que se han ido desgranando a última hora porque yo misma reconozco que terminaría este artículo cabreada. Pero, por citar un dato, hace más de un año nos prometieron arreglar esta lacra del paro y los últimos datos del INEM son para replantearse toda posibilidad de queja. El asunto es que aquí todos siguen orgullosos y contentos de lo bien que lo están haciendo.
Tampoco me voy a poner a explicarle al señor Rubalcaba porqué creo que es el momento de buscar otra salida. O sea, un sustituto y a no más tardar. Pero se resume en que si él no funciona y el partido en el gobierno es una vergüenza, dejemos la poltrona y aprovechemos el momento. Si no, los ciudadanos, los votantes, podremos aspirar a poco, visto lo visto. En democracia jugamos todos la partida es limpia y se dan las condiciones. Pero la democracia de este país ha ido para atrás y hace aguas por momentos.
Si no, qué me dicen de que un ministro español, hable lejos (¡qué manía!) de sus sentimientos hacia determinados sectores de la sociedad para dibujarse como todo un homófobo. Ya sé que se descolgará dentro de nada diciendo que no pretende atacar la homosexualidad pero que lo que dice es cierto. Pero, de verdad, que se ha hecho un auto-retrato de primera. Ahora le voy a decir yo lo que pienso. Pero, de verdad, que no crea en ningún momento que ha despertado en mí ningún tipo de desprecio, no: lo que voy a contar es así.
El 90 % de los homófobos, o señores que afirman que no lo son pero meten toda la mierda que pueden sobre este asunto, son homosexuales encubiertos. El otro 10 % aún no ha aprendido a mirar a su alrededor y hacen gala de un machismo sin fronteras, aunque sean mujeres. A alguno de estos, le ponía yo en su prole, esa que tanto les preocupa, un hijo con emociones capaces de enamorarse de alguien de su sexo. Lo lamento por el hijo, porque tener un padre así debe ser una desgracia. Imagino que de la herencia no pillaría cacho y que el desprecio familiar le acompañaría toda la vida. Pero a lo mejor, el cabeza de familia aprende algo y ganamos todos. En salud y en respeto.
Lo que lamento es que el ministro de marras seguro que tiene descendencia. Y eso sí que me preocupa. No los hijos de mis amigos gays, que los tienen, si no que personal con esta mentalidad obtusa han traído al mundo seres que puedan seguir pensando como ellos. No avanzaremos nunca.
Por si acaso, y olvidando en su mentalidad troglodita que el mundo es una sola comunidad de cara a la influencia mediática, se va hasta Roma, aprovecha el inciso de que no haya Papa y se descuelga con el “hermoso” mensaje. Estoy de los que van sobrados de heterosexualidad hasta el gorro y le insisto en que se lo haga mirar, que se puede llevar muchas sorpresas. Por de pronto, le confieso mi amistad con muchas de esas personas que él quiere excluir de la sociedad y el mayor de mis desprecios a sus palabras. Por cierto, ¿sobre los estériles o sobre las mujeres que hemos decidido no traer hijos al mundo qué opina? Nos merecemos un sitio en esta sociedad patética que se empeñan en “montarnos”, en la que, parece ser, hay ciudadanos de primera y ciudadanos de quinta. Eso sí, para recabar el voto en unas elecciones bien que se dejan las manías aparte. Estoy por hacerme lesbiana.
María Díaz Periodista www.mariadiaz.eu