Hace mucho, años, que defiendo el teletrabajo y la capacidad de responsabilidad personal. No creo en ese empeño de algunos jefes de imponer horarios laborales que deben cumplirse a rajatabla o de manera laxa si al empresario le viene bien. Eso de estar a las 8h00′ de la mañana en la oficina aunque sea para tocarse las narices o ir a desayunar un rato largo mientras algo sucede. O ese alargar la jornada aunque no haya nada que hacer. Y si haces horas extras, no cuentan. Pero si todos se dedican a meter horas para que el jefe les mire con posibilidad de ascenso, el ambiente se enrarece porque lo que importa es medrar y no producir.
Creo que la producción, la inversión de horas necesita de la responsabilidad personal de que cada uno sepa cuando tiene que estar donde tenga que estar a la hora que tiene que estar. Pero trabajar desde casa es más factible de lo que muchos empleadores quieren ver. Hay que fiarse del trabajador, tan importante como el empresario para que la “cosa” funcione. Fiarse para que trabaje libre, ya sea cerca o lejos. No digo que la confianza llegue según entra uno en una empresa. Todo requiere su tiempo: aprender cómo funciona un negocio y ganarse la confianza de quien nos manda. Pero a partir de ahí, los horarios laborales deberían ser más flexibles, más ajustados a las necesidades reales de la vida.
Me recuerda todo esto un informe publicado por la OBS Business School sobre la relación directa que hay entre motivación y rendimiento. Según sus investigaciones, el 20 % del tiempo que pasamos en la empresa es tiempo perdido. Vamos, innecesario. Se cumple el horario, pero para nada. Como si el tiempo que se le puede dedicar a la familia, al ocio o a uno mismo no fueran importantes. Porque, cuanto más felices seamos, más rendiremos. Es decir, más felices haremos a los demás, incluidos a quienes nos contrataron para defender sus intereses.
El estudio incide en esos vínculos tiempo-producción y no nos deja en buen lugar. A los españoles, digo. Encabezamos el ranking de hora improductiva. “Gastamos” más horas que los demás en eso de hacer que trabajamos pero le sacamos menos partido que el resto. Según ellos, si estamos más tiempo en el trabajo es para que no digan o porque cubrimos la falta de personal sin poder atender todo. O sea, que a esto hay que darle una vuelta, examinar las necesidades y adoptar horarios más flexibles que permitan al empleado ajustar su vida personal con su vida laboral sin que ello suponga dejación de sus obligaciones.
A mi me parece estupendo, ¿pero quién le pone el cascabel al gato? Porque ese tipo de medidas aún no se las ha toreado nadie por más que otros países hace mucho que nos están indicando que no vamos por el camino correcto. No sólo incrementaría la producción sino que podrían crearse puestos de trabajo. No se, no se…va a ser que no me imagino a nadie con arreos en este país para dar un golpe encima de la mesa y razonar que el hecho de que “siempre haya sido así” no quiere decir que los tiempos no piden otros planteamientos.
Los autónomos bien que lo saben. Trabajan sin límite pero sin horarios. Muchos, desde casa. Y están sosteniendo este país. Breados a impuestos pero necesarios para el estado. Y con cierto dominio de su organización horaria. Pena también que con todo lo que aportan carezcan de ayudas y vayan sobrados de trabas. No se, no se…pero me da en la nariz que tampoco hay nadie con narices para solucionar esto.
Y para rematar, el estudio habla de la necesidad de organizarse y trabajar en equipo para mejorar resultados y conciencias. No se, no se si nuestra personalidad nos va a dejar sumar en vez de ir por libre…¡Qué complicado es todo!
María Díaz Periodista www.mariadiaz.eu