Se trataba de un método de Google para contratar personas con cierto nivel de conocimientos computacionales, utilizando ciertas palabras claves ingresadas por un usuario en el buscador. Una vez superado su escepticismo, y la paranoia de que en cualquier momento le harían seguir a un conejo blanco, Roselt aceptó el reto, lo que lo llevó a una página llamada foo.bar que emulaba una interfaz UNIX. Luego de encontrar el archivo de inicio, su «entrevista» comenzó.
Una vez iniciado el archivo «start_here.txt», a su pantalla llegaron desafíos de programación con 48 horas de plazo para resolver e instrucciones de Google para enviar cuando estuviese listo.
«No compartiré los problemas aquí, pero para resolverlo requirió un poco de conocimiento acerca de algoritmos. Tuve la opción de codificar en Phyton o Java. Me propuse trabajar y resolver el primer problema en un par de horas. Cada vez que enviaba una solución, foo.bar probaba mi código de forma privada», relata Max Roselt.
Durante las siguiente dos semanas, Roselt resolvió hasta 5 problemas y para cuando completó el sexto, el sitio le dio una opción para enviar su información de contacto. Incluyó su nombre y correo electrónico sin muchas expectativas.
Para su sorpresa Google se comunicó con él y continuaron el proceso de manera normal. «La única diferencia es que no necesité pasar por una selección técnica a través el teléfono, ya había demostrado competencia en los ejercicios», comenta.
Tres meses después, y gracias a una acertada palabra en el buscador, Max Roselt ya es oficialmente parte de Google. «Foo.bar es una brillante táctica de reclutamiento», asegura el nuevo empleado en Mountain View. Roselt destaca que a pesar de que Google conocía de él antes de postular, le hicieron sentir importante en todo el proceso y además respetaron su privacidad.