De vez en cuando alguien recuerda en un medio de comunicación que la infancia está alterada y cotizada a bajo precio. Lo dice una quepuede presumir de niñez, algo de lo que no es responsable. Pero cuando se crece, se mira hacia atrás necesariamente y se ríe cada cual con aquello que le hizo reír entonces…o no.Una sorpresa, un castigo, un cumpleaños, un día de playa o río, una visita al supermercado o una regañina de aupa. ¡Qué tiempos! Nos han hecho como somos y somos lo que fuimos.
Pero hay niños que no tienen esa suerte. Aunque miremos hacia otro lado están ahí. Buscan entre las basuras o pican piedras; son maltratados porlo padres desde que nacen; o se les disfraza y maquilla para convertirlos en estrella. Me quejo muchas veces a mí misma de que la naturaleza permita tener hijos a cualquiera. No me tomen por darwiniana. Pero ser varón o hembra mayor de edad no nos hace personas. Nos quejábamos por ir al cole…pero muchos niños no han pisado nunca una escuela. Y ese vacío suele ser irrecuperable.
Quizá haya mentes hiperdotadas que siguiendo unos estudios puedan encontrar mañana la solución al SIDA o a una economía que se tambalea en todo elmundo. Si no hay posibilidades no hay futuro. Los niños no vienen al mundo para sufrir. Y esa etapa, la de crecer y aprender, existe para eso. No para que los que vivimos en condiciones les demos la espalda y les dejemos cruzar el mejor tiempo de su vida en condiciones infrahumanas.
Los niños no deben trabajar, sino experimentar. Incluso a ser traviesos, torpes, atrevidos, sosos, apáticos, peligrosos o sociables. La naturaleza nos dotó de ese tiempo para hacernos a ella. Un hijo no viene al mundo porque sí ni para satisfacer a una pareja. Conozco muchos «niños pegamento», a los que recurrieron los padres para arreglar un matrimonio equivocado. Nooooooooooooooooooooooooooo.
Ahora, en los USA, empiezan las campañas que buscan a las niñas que cumplen los deseos de sus madres de no serlo. Esas misses diminutas que conoce el carmín de labios antes que el afecto materno; que aprenden a sonreír ante una cámara porque jamás reirán en un recreo. Y, sobre todo, que saben lo que es competir para ganar sin conocer el valor de la derrota. A mí me derrotaron tantas veces que me hicieron persona. ¡Y aprender es tan necesario!
Brindo por la infancia. Por sus derechos. Por su innata sabiduría. Por su belleza. Y por su futuro. Amén
María Díaz Periodista www.mariadiaz.eu
De vez en cuando alguien recuerda en un medio de comunicación que la infancia está alterada y cotizada a bajo precio. Lo dice una quepuede presumir de niñez, algo de lo que no es responsable. Pero cuando se crece, se mira hacia atrás necesariamente y se ríe cada cual con aquello que le hizo reír entonces…o no.Una sorpresa, un castigo, un cumpleaños, un día de playa o río, una visita al supermercado o una regañina de aupa. ¡Qué tiempos! Nos han hecho como somos y somos lo que fuimos.
Pero hay niños que no tienen esa suerte. Aunque miremos hacia otro lado están ahí. Buscan entre las basuras o pican piedras; son maltratados porlo padres desde que nacen; o se les disfraza y maquilla para convertirlos en estrella. Me quejo muchas veces a mí misma de que la naturaleza permita tener hijos a cualquiera. No me tomen por darwiniana. Pero ser varón o hembra mayor de edad no nos hace personas. Nos quejábamos por ir al cole…pero muchos niños no han pisado nunca una escuela. Y ese vacío suele ser irrecuperable. Quizá haya mentes hiperdotadas que siguiendo unos estudios puedan encontrar mañana la solución al SIDA o a una economía que se tambalea en todo elmundo. Si no hay posibilidades no hay futuro. Los niños no vienen al mundo para sufrir. Y esa etapa, la de crecer y aprender, existe para eso. No para que los que vivimos en condiciones les demos la espalda y les dejemos cruzar el mejor tiempo de su vida en condiciones infrahumanas.
Los niños no deben trabajar, sino experimentar. Incluso a ser traviesos, torpes, atrevidos, sosos, apáticos, peligrosos o sociables. La naturaleza nos dotó de ese tiempo para hacernos a ella. Un hijo no viene al mundo porque sí ni para satisfacer a una pareja. Conozco muchos «niños pegamento», a los que recurrieron los padres para arreglar un matrimonio equivocado. Nooooooooooooooooooooooooooo.
Ahora, en los USA, empiezan las campañas que buscan a las niñas que cumplen los deseos de sus madres de no serlo. Esas misses diminutas que conoce el carmín de labios antes que el afecto materno; que aprenden a sonreír ante una cámara porque jamás reirán en un recreo. Y, sobre todo, que saben lo que es competir para ganar sin conocer el valor de la derrota. A mí me derrotaron tantas veces que me hicieron persona. ¡Y aprender es tan necesario!
Brindo por la infancia. Por sus derechos. Por su innata sabiduría. Por su belleza. Y por su futuro. Amén