He oído decir que no han existido los campos de concentración, que Franco no era un dictador, que da lo mismo cómo se escriba la historia. He preguntado a los jóvenes y apenas saben qué ha ocurrido más allá del tiempo que ellos han vivido. Y me preocupa, porque conocer el pasado te permite apostar por el futuro. Pero les veo con ganas de hacer cosas, negarse a ser esclavos de la banca, apuntarse a la ayuda social, conscientes de que la sociedad que viene también depende de ellos…y me reconcilio con la falta de años y hasta de experiencia.
Y es que me gusta cómo suena lo que dicen. Sin gritos innecesarios, sin violencia (a pesar de las trampas), sin desánimo. No se lo que quedará del 15-M pero espero que mucho. Por de pronto, el espíritu. Ciertamente, les falta organización y cierto criterio para dar pasos hacia adelante. Pero está lo básico: el alma. El reconocimiento de que la lucha no es gratuita. Aunque sí necesaria.
Lamento que les tengan más miedo que respeto; que les acusen de no tener programa como si a alguna elección se presentaran; que quieran ensuciarles. Estamos en pleno siglo XXI y hemos empezado a olvidarnos de ciertos derechos.
El otro día escuché en algún sitio que algún famoso que se escapa a mi interés lo suficiente como para no acordarme de su nombre se había gastado en la celebración de su fiesta de cumpleaños 3 millones de euros. Y me pregunto qué derecho tiene nadie a jugar a esa pornografía barata de no saber administrar sus bienes. Porque debería haber algún tipo de control sobre cómo se gastan la “pasta” aquellos que van sobrados de todo. No se si no sabemos mirar o no sabemos ver. Pero algo nos falla. Y si llegan ahora generaciones a darnos la bofetada que nos haga despertar de este letargo, bienvenidos sean.



