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Dios da papel higiénico a quien no tiene culo

Yo no se si existe la justicia divina, y en caso de que existiera, no tengo claro a qué dios mirar. Me educaron en uno justiciero y vengativo y, para más ende, con horario de oficina, que ha ejercido poco o nulo poder de seducción sobre mi persona. Así que deambulo dentro de la falta de fe con cierta felicidad, si es que la felicidad existe.


En caso de que esa justicia tuviera sentido, no se cómo tomarme este clima de Semana Santa que tanta lágrima ha hecho derramar a los devotos. Un año preparándose para procesar y va su dios y les manda el diluvio universal versión enésima. Si yo fuera cofrade o nazareno, o simplemente fiel, me lo planteaba: el hilo directo no funciona. Quizá sea una prueba, de esas que se le ponían a Abraham o a Pedro y la devoción conlleve estos disgustos. No sé. A lo mejor es más fácil poner esta celebración en agosto, y saber que uno va a sudar la gota gorda pero tener claro que tanto esfuerzo lucirá ante su público.

De lo que sí entiendo es de lo que pasa en el planeta tierra. O lo intento. Que también lo terrenal tiene su “intríngulis”. Por ejemplo, la telefónica. No les hablo ya de los recibos que nos pasan, que sería tema para 3 ó 4 debates en una misma tarde, si no de los ajustes presupuestarios que han presentado ante la opinión pública. El resumen podría ser algo así: “como no nos llega la pasta vamos a despedir al 20% de la plantilla. Pero como hemos sido tan listos y nos hemos forrado, nos lo vamos a repartir entre las cabezas pensantes de este negocio”.  ¡Negocio, no! ¡Un chollo, pero de los gordos!. Vamos, ni el de navidad que te cayera 3 años seguidos (que se conoce el caso, y si no que se lo pregunten a Matanzo o a Fabra).

A mí, este enunciado me lo plantean en una clase de matemáticas y hago que despidan al profesor “ipso facto”. Básicamente, por idiota: el planteamiento es imposible. Teóricamente. Aunque los de la telefónica hayan encontrado la fórmula y nos lo pasen por las narices. Porque además, están las actitudes y los “tonitos”. Ni para despedir a sus empleados han puesto cara de pena. Ahora “la de orgullo y satisfacción” (permítanme que copie a otros) que portaban cuando anunciaron su subida de sueldos, esa, era épica.  


Como no puedo mirar al cielo y exigir venganza (ya me he explicado en el primer párrafo), además, no trabajo en la telefónica, sólo me queda pensar que alguien en la tierra les puede poner los puntos sobre las “ies” a estos, llamémosles finamente, insensatos. Y ahí ha aparecido mi héroe de la última semana: el presidente de Coca Cola España. Es que me ha dado hasta por consumirle. No es crea que tachar a los directivos de “antipatriotas” hubiese sido mi adjetivo. Pero es que, al menos, está bien que se digan algunas cositas de presidente de multinacional a presidente de multinacional. De tú a tú, vamos. Que lo que yo le pueda contar al señor Alierta se la traerá, cuando menos, al pairo. Aquí tengo yo mi propia flagelación, yo que estoy en contra de la penitencia voluntaria e innecesaria. La telefónica acaba de aparecer en la lista Forbes como una de las empresas españolas más destacadas. Se ve que es su posición en este ranking lo que estos empresarios no quieren perder…


Bebamos cola y dejemos de hablar por teléfono. En otros tiempos, los seres humanos fuimos capaces de comunicarnos sin necesidad de tanta técnica.


María Díaz
Periodista
www.mariadiaz.eu

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