Que la política es aburrida, no vamos a negarlo. Más cuando se asoma a unas elecciones y lo mejor es taparse los oídos para no escuchar a tanto líder que “donde dije digo, digo Diego“ y según me vaya veré si vuelvo a cambiar de discurso o de prácticas. Ahora, en el País Vasco y Galicia ya saben a qué atenerse así que espero que este país avance de una vez, porque todos somos conscientes de que muchas medidas del gobierno central no se han tomado a la espera de los resultados de estos comicios. Esta vez, raro, algunos partidos reconocen no haber ganado en las urnas, y eso es loable. Ahora a ver si toman las medidas correspondientes. Lo digo, en principio por todos porque el grado de abstención de la ciudadanía no da buenas pistas. Y especialmente por los que no han obtenido resultado cercanos a sus planes: no basta con reconocer que no has ganado hay que intervenir convenientemente. Cada voto es un mensaje: lo es el que no llega a la urna, porque es una queja genérica al sistema; el que llega en rebeldía, que todos sabemos cuál es y el que varía y le da un vuelco a lo que había.
Cosa que no le pasará nunca a Fidel Castro, que aparece en las portadas de los periódicos defendiendo que sigue vivo porque elecciones no puede perder: no las convoca. La democracia tiene eso de bueno. Te pone las pilas de vez en cuando, lo deseable es cada 4 años, y, aunque te aburre, te permite formar parte del juego. El dictador cubano no se somete a la opinión de su pueblo y alguno con muy mala leche o con algún sueño por cumplir, tiende a matarlo de vez en cuando aunque sólo sea para demostrar que el tipo es incombustible. El día que de verdad fallezca, no me miren mal, nos va a ocurrir a todos, nos lo van a tener que enseñar porque no vamos a creérnoslo. Además, yo creo que Fidel se crece cada vez que lo amortajan así que como sigamos dando pábulo a este tipo de rumores, le vamos a dar cuerda para rato. Ustedes verán.
La cosa es que no podemos vivir sin ellos, aunque sea para ir confirmando de vez en cuando si están vivos o muertos. Aunque ellos sí parecen poder vivir contra nosotros. Me parece que tenemos que darle una vuelta a esta democracia, pero no perdamos de vista a los líderes que tienen en otros lados para felicitarnos: al menos, lo nuestro, quiero pensar, tiene arreglo. Ahora, algunos, que se lo empiecen a mirar porque llevan varias elecciones que no levantan cabeza y ese suspenso crónico no es para repetir sino para mejorar. Una exigencia que la democracia permite aunque a alguno esto de abandonar la poltrona no les haga mucha gracia. Pero la izquierda de este país va a la deriva. Lo asuman o no. Con el gobierno que tenemos, que no hayan sido capaces de liderar unas elecciones u otras, es para “curarlo” de urgencia. Y cuando digo urgencia, hablo de que el tiempo se les echa encima. Si no quieren ser conscientes de ello, el problema es aún más grave. Pero que alguien empiece a ponerle solución a esto porque aquí lo pagamos los de siempre.
María Díaz Periodista www.mariadiaz.eu
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