spot_img

Si tú me dices ven…

Algunos de ustedes suelen ponerse en contacto conmigo en reacción a mis palabras. A esas que escribo cada lunes en esta sección. Y debo confesarles que me gusta leer sus comentarios o sus correos. Los busco con fruición y si veo que no he sido capaz de provocarles algo me siento decepcionada. Qué quieren que les diga.


Hace ya un tiempo les narré en estas líneas la historia de una suscriptora a la página que me había hecho saber vía email el dolor de dedicar su tiempo, y lo que es peor, su vida, a un trabajo frustrante, alejado de su preparación y sus miras y, por ende mal pagado. La impotencia es el peor delos sentimientos: nos pone en deuda con nosotros mismos, nos hace sentir esclavos no se si del destino o de quienes parecen regirlo, pero esclavos al fin y al cabo.


El otro día, otro lector, que responde al nombre de “josetímido” comentaba mi artículo y se quejaba de la justicia de este país. También daba por hecho que yo no leo las aportaciones que ustedes hacen a mi sección. Y nada más lejos de la realidad. Los leo y los sufro, porque, generalmente, no saben cómo les entiendo. El asunto es que yo no suelo tener solución a los problemas del mundo y apenas me queda el recurso de quejarme en voz alta y el de poner a su disposición mi voluntad y mis oídos. Créanme que con esos cuentan. Por favor, no dejen de seguir contándome dónde les duele. Quizá no cure su mal pero pueda compartir los síntomas. Ya saben: las penas compartidas son menos penas.


Hace unas semanas también me escribía otro suscriptor dolido por una separación que le ha llevado lejos de una hija de 8 años de la que apenas tiene noticias. Se considera maltratado por su ex –mujer y me toca también la fibra. Lamento tremendamente que en este país no hayamos aprendido a poner fin a una relación y que utilizemos a los niños como moneda de cambio. Y si me tiro de los pelos cada vez que los informativos me dan cuenta de una víctima más de esta llamada violencia de género, que yo denomino “violencia emocional”, me resulta igualmente cruel testar que hay mujeres que consideran que hacer daño es la mejor solución a un matrimonio roto. He conocido ex –maridos lamentables, pero casi tantos como ex –esposas deplorables. Amarse es fantástico. Y cuando se termina, que se termina con más facilidad de lo que nos creemos, decirse hasta luego con educación, cortesía y memoria de lo que hubo es lo más inteligente. Y lo más cómodo. No hagamos a los niños víctimas de nuestras frustraciones, porque los chavales se empapan de lo que la vida les va dando y ninguno tenemos derecho a regarlos de mierda. Con perdón.


Por último, con la satisfacción que me da escribir en esta página desde hace más de un año, contarles con orgullo, en respuesta a algún comentario suelto, que a mí nadie me ha puesto pautas a la hora de escribir este blog, que no hay censura en nada de lo que escribo porque ni está en el ideario de quien dirige esta web ni yo lo toleraría. Ustedes cuentan lo que consideran y yo escribo a mi libre albedrío, asumiendo la responsabilidad de cada frase. Y así, de a poquitos, espero que todos pongamos algo para construir un mundo mejor.


María Díaz
Periodista
www.mariadiaz.eu

Related Articles

1 COMENTARIO

DEJA UNA RESPUESTA

Déjenos su comentario
Por favor introduzca su nombre aquí

Nuestras RRSS

72,688FansMe gusta
78,973SeguidoresSeguir

últimos artículos

You cannot copy content of this page