spot_img

El Plan Marshall, arriba de nuevo

//

La verdad es que como pueblo somos una bicoca. Que luego cada uno en lo personal tendrá lo suyo y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Pero lo dicho: para comernos. Una especie de “fusión al aroma de no me vengas con problemas de Quijote y Sancho Panza pasamos por el tamiz de la historia y servidos sobre base de celebraciones varias”. Nos quejamos poco y celebramos mucho y así nos va. Parece que miramos hacia otro lado, pero nada menos cierto. En esta valle de lágrimas hemos aprendido hacer de lo malo, virtud. Y lo mismo nos choteamos del uniforme absurdo que hemos debido lucir en las olimpiadas, que digo que yo que alguien habrá salido ganando aquí por algún lado, que nos plantamos de vacaciones en nuestra propia casa como si de un viaje a Marte se tratase.

Bien que lamento que estando en primera línea deportiva, ganando campeonatos de futbol, presumiendo de piloto de Formula 1, dominando en las pistas de tenis y en las canchas de baloncesto, tengamos que pasear ante el mundo disfrazados de personajes de alguna peli serie “b” de marcianos venidos a menos. Otros, se ponen bordes y mandan a su federación a la mierda, pero nosotros nos lo tomamos a guasa y paseamos como el primero. Lo que hubiera dado yo por ver a Nadal de semejante guisa en Londres, pero todo no puede ser, ¡qué le vamos a hacer!.

Entre tanto paseíllo subversivo y tanta alaraca política, créanme que me he acordado estos días, ¡y no vea cómo!, de la película de García Berlanga “Bienvenido Mister Marshall”. Porque la sensación de estar mendigando a quién nos desprecia entre folclore y verbena no me la quita nadie. Y yo no quiero de nadie sus migajas, orgullosa como soy del honor patrio, si no el respeto y la consideración que como pueblo merezco. Pero claro, miro hacia Londres y me veo con esas pintas y no me queda otra que entender que, en algún momento, hemos bajado la cabeza derrotados por las circunstancias. Y no sabe una si es mejor ganar medallas para subir hechos un asco al podio de los vencedores o pasar desapercibidos antes de que se choteen de nosotros en el mundo entero.

Eso sí, podíamos haber aprovechado tan insigne paseíllo para lucir una pancarta ante el universo agradeciendo a los políticos de turno que nos “endiñen” lo justo, mientras cantábamos al son de “amigos todos, aquí venimos con alegría; viva el tronío, de este gran pueblo con poderío; que viva Grecia y Portugal, y arriba España que está tan mal; aquí venimos, amigos todos con alegría, olé tu padre, olé tu hermano y olé tu tía”. Pero, sobre todo, sobre todo, olé nosotros que somos capaces de salir con la cabeza erguida a pesar de la que nos está cayendo, lo que nos están dando y lo que se deben estar riendo de que hayamos perdido el uniforme olímpico y hayamos sido capaces de salir disfrazados ante el mundo con la cabeza bien alta. Que digo yo que la Merkel lo mismo se ablanda y nos deja caer algún óbolo sustancioso. De las medallas, ya hablamos otro día. Porque si ganamos alguna, vamos a tener que fundirla para llegar a fin de mes.

Y todavía nos vienen diciendo que si nos tomamos a guasa el aspecto de pobretones que hemos mostrado al mundo lo mismo nos buscamos un incidente diplomático. ¡Ojalá! Si fuimos capaces de montar una gorda por una piedra llamada Perejil porque no vamos a ponernos finos ante la exhibición del ridículo patrio. Por cierto, ¿se han dado cuenta de que siempre anda el señor Trillo por medio? A ver si un día le hacemos un homenaje, con desfile incluído, en condiciones. Que estamos perdiendo salero en el camino.

 

María Díaz
Periodista
www.mariadiaz.eu

 

Puedes seguir a Portalparados en FacebookTwitter Google +Linkedin

Related Articles

DEJA UNA RESPUESTA

Déjenos su comentario
Por favor introduzca su nombre aquí

Nuestras RRSS

73,362FansMe gusta
79,971SeguidoresSeguir

últimos artículos

You cannot copy content of this page