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De analfabetos y capullos

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En esta curiosidad que gasto por leer todo lo que pillo, cada vez con más dificultad por aquello de que la edad ha hecho mella en mi vista, he dado con un par de artículos que me han preocupado, mucho por separado y más si los sumo. En uno, alimentan la idea de que la incultura puede ser fuente de riqueza. Bueno, más o menos: lo que viene a decir es que uno puede convertirse en millonario sin saber hacer la “o” con un canuto. Lo peor, es que muchos de los que han sabido hacer dinero a pesar de sus limitaciones culturales no sólo presumen de ello si no que instan a sus herederos a no tomar el camino del alfabetismo…vaya a ser que lo estropeen todo.

Entiendo que quien no tenga el hábito de leer encuentre ciertas dificultades a la hora de enfrentarse a un libro. Pero de ahí a propugnar las carencias como lema de vida me parece que hay un largo camino. Sostengo desde aquí lo divertido de la cultura, lo interesante de poseer conocimientos, lo agradable de codificar un mensaje porque la información que manejas te permite entender lo que te están diciendo. Que esta sociedad comience a alimentar la bobería como un estilo de vida, qué quieren que les diga, me preocupa.

Me parece perfecto que cualquiera intente que su hijo/a sea un hacha de la raqueta o un bala en un campo de futbol; me alegra saber que hay chavales que aún antes de saber quién era Felipe II ya están preparados para generar un negocio. Trabajo, al fin y al cabo. Para ellos y para otros. Pero no alimentemos a las bestias que llevamos dentro. Potenciar nuestras posibilidades e intentar suplir nuestras carencias nos hace la vida más fácil. Créanme. Y eso, que hace años desarrollé una tristemente infalible teoría porque cada vez que encontraba un cenutrio en mi vida me convencía de que llegaría lejos. Y así ha sido. Pero prefiero no recordarlo, que me echo a llorar.

Por otro lado, he encontrado un artículo en el que se da cuenta de la buena vida, vidorra directamente, que se pegan todos aquellos personajes de nuestra sociedad que fueron marcados por la justicia como estafadores o similar. Diáz-Ferrán vive como un marajá en la cárcel y destacan que gasta gran cantidad de dinero en gomina. ¡Menos mal que es calvo!. Lo de la gomina es una tontería en sí misma pero habla de lo bien instalado que debe estar en su celda si su coquetería no se le ha caído por los suelos. Roldán, ese tipo que robó a las familias de la Guardia Civil, trabajo sacrificado y nunca reconocido popularmente, es decir, a gente humilde que no va sobrada por la vida, también pasa sus días con la tranquilidad de quien encontró buena sombra en la falta de memoria de la ciudadanía. Se pasea por Zaragoza, ciudad en la que tiene de alcalde a uno de los tipos que más le buscó por tierra, mar y aire, como un paisano más. Me gustaría pensar que los miembros de la benemérita van a encontrar excusas para retenerle día sí y día no con cualquier excusa, porque tiene que ser repugnante encontrarte en la calle con el individuo que te engañó mientras ejercía como tu jefe y que no puedas hacer nada. Y, para terminar, cuentan que De la Rosa se mueve por su ciudad en un Smart..¡con chófer!. No sé ustedes, pero si los colectivos que van a formar esta sociedad en el futuro van por aquí, me voy a pedir el comodín, porque apostar voluntariamente por el analfabetismo me pone los pelos como escarpias e intentar seguir el camino de estos “héroes” de pacotilla que encontraron en la impunidad judicial un buen bastón para sus paseos me produce arcadas. ¡Ay!


María Díaz
Periodista
www.mariadiaz.eu

 

 

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