La vida te trae noticias que no sabe una cómo tomarse. Una parte de mí se alegra del triunfo de los otros, aunque la otra – quizá mi otro yo iconoclasta- lamente realidades que le ponen en el duro suelo.
En tan solo 17 días, “Torrente 4. Lethal Crisis” ha recaudado la nada desdeñable cantidad de 18 millones de euros en las taquillas íberas. Ha conseguido con ello incrementar notablemente el interés del público por el cine…si es que esto de lo que hablamos es cine. En última instancia, los niveles de espectadores han subido y eso siempre es bueno. No es que yo apueste por los trabajos de Tarkovski, sabe dios que he conseguido aburrirme de lo lindo con sus planos secuencias . Que me perdonen los puristas. De hecho, una parte de mí sigue agarrada al blanco y negro y al cine de los 50. ¡Se ha hecho poco mejor!
Reconocerán conmigo que el personaje de Santiago Segura, guarro, machista y trapichero no es un modelo a copiar en la vida diaria. Pero, miren ustedes, a todos nos ha calado un poco. Ahí están los resultados. Me alegro por su “padre”, ese hombre orondo que lo creó y le da vida en cada fotograma. En lo que le he tratado, le reconozco como un tipo honesto. Y saber lo que el público quiere y ponérselo en bandeja no es, ni mucho menos, un delito.
Me preocupa más, pensar que puede haber gentuza de ese pelo por las calles de nuestras ciudades. Como por ejemplo, Jair Bolsonaro, un individuo al que los brasileños tienen que aguantar todo tipo de tonterías. Pero la saga de Torrente me ha servido de toma de tierra, así que no me queda más que lamentarme ante tanto individuo impúdico, homófobo, facha y amoral que puebla nuestro siglo. Ocultarse a la realidad no la cambia.
A estas alturas tenemos cine de éxito y realidades impúdicas. No vamos a salir corriendo. Pero de verdad, que en ocasiones espero más del siglo XXI. ¡Ah! Y cines con largas colas de gente que quiere divertirse un rato. Pues viva la risa. Pero, por favor, no pasemos a limpio las enseñanzas de Torrente.
María Díaz Periodista www.mariadiaz.eu
