Creo que ya les he dicho alguna vez que a mí nuestra presidenta de gobierno, Angela Merkel, no me cae bien. No sólo porque no la entiendo cuando habla, el idioma político me suena a alemán, si no porque cuando me la traducen, se me atraganta. Mucho tendrá que ver también el hecho, aparente, de que sea mujer. Sí, sí, las cosas “conforme” son: todo lo que manda esta señora dicho por un hombre a lo mejor era más perdonable. A ver, no es que fuera mejor, pero es que yo, en mi inocencia de ser humano, a veces espero que los superhéroes que nos saquen de este bucle de mierda sean mujeres. Seres con inteligencia y sensibilidad (por ende, mujeres), para que me entiendan, que vayan sobrados de condiciones para dar un manotazo sobre la mesa y que esto empiece a tener una solución, que la tiene, si no fuera porque a todos lo que verdaderamente les importa son ellos mismos y la “guita”.
Pero la gorda del bolso naranja manda un “puñao”, pero cada vez que entra en acción, si es que alguna vez para, la lía. Después, atiende uno a las noticias y se da cuenta de que son todos iguales. No me digan que lo de Mitt Romney no es para dar gritos de mala leche. Pero este es el mundo en el que vivimos: aparentemente no puede vivir sin nosotros, pero nosotros no le interesamos nada. Porque la “pillada” del candidato americano me ha hecho acordarme de tantos políticos de este universo, que no se ya si presentarme yo con un ONG a la presidencia de algún gobierno, a ver si así empieza a disfrutarse de cierta sensatez política.
Los que se venden como arregladores del mundo o no saben cómo se hace eso o no les interesa poner en práctica su sabiduría. Los que abogan por un mundo más justo han renunciado a la política. Y los ciudadanos nos estamos acostumbrando a recibir las noticias como si nada narrasen o a nadie señalasen. La decepción humana es lo que tiene: te deja adormilado para los restos. Una pena.
Y así nos cuelan de rondón una noticia sobre niños chinos desaparecidos a la que apenas le han dado hueco en las noticias. Y no doy crédito de que escuchemos estas cosas, que se trafica con niños sin mover una pestaña, y el asunto no vaya a más. Y empiezo a plantearme, si el verdadero interés de los gobernantes, incluida la nuestra, no es amargarnos tanto la vida como para que las desgracias, y gordas, de los demás, no nos interesen una porra. Ahora que los medios de comunicación y las redes sociales, que se lo pregunten a Mitt Romney, parecen dispuestas a poner en boca de todos en 5 segundos todas las trampas sobre la mesa. ¡Qué más da! Si desde hace tiempo somos como zombies porque bastante tenemos con lo que tenemos. Algunos, no más de 400 euros al mes. Y así, a base de problemas, vamos tapando la realidad constante y cargándonos el mundo. Lo dicho: empiezo a pensar que el paro es un invento del hombre, una epidemia que nos ahoga para distraernos mientras nos va matando lentamente.
María Díaz Periodista www.mariadiaz.eu
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