Ya sé, ya sé que a estas alturas lo que yo opine del tabaco se la trae a ustedes al pairo. Pero quién sería yo si no volcara todo lo que me pasa por el magín en estas líneas. Ya lo siento: son ustedes mi terapia. A ver si cuando sea mayor consigo ser periodista. Y les dejo a ustedes en paz por los siglos de los siglos. Amén.
No paro de oír críticas contra la nueva ley anti-tabaco que el gobierno acaba de aprobar. Triste, pero el estado debe protegernos a todos. Y eso es harto complicado habida cuenta de que cada uno es de su padre y de su madre. Yo siempre he pensado que dónde no te tiras un pedo no debes de fumar. Por ejemplo, en los ascensores. Prueben a suponer el cambio. Imagínense tomando el deseado aperitivo de los domingos, con boquerón y todo, y va un individuo/a y se marca un cuesco de narices. Desagradable ¿no? Pues háganse cargo de todo esos seres a los que hemos estado ahumando durante años sin percatarnos lo que hacíamos con su salud. También es cierto que a ellos, enfermar de los pulmones les salía más barato que a nosotros, que hay que ver cómo se ha puesto el tabaco…
El otro día escuché a un propio afirmar que esta ley es una dictadura contra el fumador. ¿Se acordaba él de sus “víctimas” cuando la dictadura era contra el no-fumador? Nos va a costar, soy consciente, pero creo que hemos empezado a trabajar por espacios de convivencia que, además, nos van a devolver pulmones más sanos, paladares más disfrutables y olfatos a la última. Como para calar un pedo incluso antes de que sea expulsado.
También hay quién recurre al dedo acusador para plantearse si lo correcto no sería dejar de vender cigarrillos. ¡Hombre! Que nos queda el hogar dulce hogar para desahogarnos, aunque ya conozco a algunos que se tienen trajinados los balcones y las ventanas a costa de esto del ”fumeque”. Y no es de ahora ¿eh?.
¿Se acuerdan que hace poco les hablaba de imponerme ciertos hábitos en este nuevo año? Apunten uno: un cigarrillo menos cada semana. No parece un imposible y yo, a cabezota, no tengo precio. Y con lo que ahorre, ya veremos que hago. Amén de que espero mejorar en esto del sexo que, tengo que confesarles, últimamente me ahogaba mucho. Bueno, más de lo habitual. Lo juro.
María Díaz
Periodista
www.mariadiaz.eu