Como en estos últimos tiempos el mundo ha ido girando, aunque a veces no nos enteremos, resulta que damos como buena la noticia de que el padre Ángel ha entrado en el Guiness de la solidaridad. Antes de que me caigan hostias por todos lados, procedo a explicarme. No es que no sea maravilloso, y hasta loable, que aún seamos capaces de proceder a sacar nuestro lado más humano de paseo una vez al año, es que me resulta patético que un hombre aparentemente sólo tenga que poner fin temporalmente a las tribulaciones de miles de familias. ¿No tenemos a una caterva de políticos cobrando por hacer esto? ¿dónde está papá estado cuando nos hace falta? ¿qué toldo nos protege cuándo quién tiene que velar por nosotros nos deja en pelotas sin que se le caiga la cara? Me parece magnífico saber que tenemos un lado solidario. Lo que detesto es que haga falta hacer uso de él porque la miseria se extiende como una plaga.
Vamos, yo llego a estar metida en política y hace días que no hubiera bajado el rubor de mis mejillas: un hombrecito pelea solo por conseguir lo más básico para familias que viven al límite. ¡Y lo consigue! Lo consigue porque la gente es buena y, estoy convencida, porque los que menos tienen son capaces de rascarse el bolsillo y renunciar a una cañas para ayudar a otros que aún están peores que ellos…Y lo consigue porque es inasequible al desaliento y cubre con su energía los huecos que existen por dejación de quién se proclama adalid de nuestro futuro. Pero yo me tiro de los pelos, porque quiero pensar que este tipo de acciones dejarán de ser noticias porque ya no hará falta que nadie reciba ayuda.
Hay días que no le tengo simpatía al padre Ángel, lo confieso, porque este tipo de héroes se me escapan y tiendo a dudar de ellos. Pero prefiero que existan aunque sea para ponerse galones porque si de verdad ayuda a 20.000 familias como ha dicho con llamamientos como éste lo que quiero es que le den una cartera y le apoyen desde dónde le tienen que apoyar. Además, le he escuchado una entrevista en un informativo televisivo y veo que tiene para todos, iglesia y estado, y hasta para él…y eso me va convenciendo. Lo he encontrado más cerca de la sociedad civil, esa que reclama en las calles su derecho a respirar con sonrisa incorporada, que de los de arriba, y vaya, me ha ido ganando. Si es una pose, no lo sé. Confieso tener mis dudas. Pero, por si acaso, que no desaparezca, que está trabajando a favor de muchos, y de los muchos que están desorientados intentando salir de un agujero en el que no se advierte luz. Posiblemente porque la tendrán cortada por falta de pago.
Ya ven, en pleno siglo XXI, ese que nos vendían como el de la evolución y la modernidad hay prioridades que no incluyen encender la calefacción en invierno, ni 2 comidas para los niños, ni siquiera un transporte para el colegio. Y cuando escucho a los chavales que no van a presentarse a la selectividad porque sus padres no van a poder pagarles los estudios se me hace jirones el alma, que la tengo, porque me parece bochornoso negar el futuro a nadie. ¿Y si entre ellos estuvieran el investigador que terminará con el SIDA, el político que ponga fin al trabajo infantil o el médico que pueda salvarnos la vida? ¡Ah! Se siente. Son tiempos malos para la lírica y para todos aquellos que no nacieron ricos o con un billete de lotería premiado marcado en su destino. Haber elegido susto
María Díaz Periodista www.mariadiaz.eu