Después de 10 ediciones, Gran Hermano se enfrenta a una nueva etapa que muchos ya denominan «Gran Hermano 2.0». Y, siendo conscientes que después de tantas ediciones, la audiencia puede cansarse y despegarse del televisor, Gran Hermano se ha adaptado a los tiempos que corren. Y como la realidad fuera de la casa es el paro y la crisis, han decidido que dentro también lo sea.
Y es que han sido muchos los parados que, angustiados con su situación, se han presentado a un concurso que ofrece un suculento premio económico (300.000 euros) y ciertas opciones de conseguir popularidad e incluso trabajo en los medios de comunicación. Parados que, en otras circunstancias, no se hubieran planteado pasar tres meses encerrados en una casa vigilada con cámaras.
Tanto es así que parece confirmado que un parado estará en la casa de Gran Hermano 11. Una casa adaptada a la crisis y que, por tanto, será austera y rústica.
Uno de los deseos de Mercedes Milá es que, concursantes y espectadores, se diviertan lo suficiente como para olvidar, durante un rato, los problemas que ahora vivimos de hipotecas, deudas y paro.